Los
padres aparte de progenitores son quienes se muestran como patrones para el
aprendizaje. Son ellos los que en los primeros años de vida, sin consultar,
toman decisiones por sus hijos, sin preguntarse si al crecer estarán de
acuerdo. ¿Un niño de algunos meses de nacido puede ser consciente de un bautizo
para perdón de pecados?
De
aquí parto a exponer la realidad de cómo el sueño espiritual y mental en el que
muchos hemos quedado inmersos, nos lleva a ser máquinas que solo reciben
órdenes, repiten discursos y emiten ideales por la cobarde dependencia de algo
o alguien.
Desde
niños, sin uso de razón en muchos casos, se nos enseñan religiones sin
argumentos, en las cuales la supuesta libertad de la que gozamos se ve trocada
por los conceptos de un grupo o de toda una masa, conceptos que nos quitan el
trabajo de utilizar el entendimiento propio para cuestionar, para razonar y
después de ello decidir, decidir lo bueno y lo malo, lo alegre y lo triste, lo
claro y lo oscuro.
El
miedo al cambio, a lo novedoso, a lo racional, a las nuevas experiencias nos
colocan la barrera de no poder desprendernos de la sumisión, del anhelo y casi
que la dicha de ser menores de edad. Como expone Kant en su obra ¿Qué es
Ilustración? en Filosofía de la Historia,
“de modo que estas pacíficas criaturas no osan dar un solo paso fuera de las
andaderas en que están metidas, les mostraron el riesgo que las amenaza si
intentan marchar solas. Lo cierto es que ese riesgo no es tan grande, pues
después de algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero los ejemplos de
esos accidentes por lo común producen timidez y espanto, y alejan todo ulterior
intento de rehacer semejante experiencia.”
Precisamente
salir de la minoría de edad implicaría quedar en libertad, es decir,
convertirse en personas ilustradas. Se trata de aprender a desarrollar y
colocar a funcionar, verdaderamente, nuestro propio entendimiento. Pensar por
sí mismos. Esforzar el espíritu.
Sin
embargo, el uso de la razón, de la especulación, debe ser utilizado con
responsabilidad. Como expone Kant en su obra antes mencionada, el uso de la
razón se ejerce de forma pública (ilustración del hombre) y privada.
Un
encargado de la oficina de impuestos, debe pagar, y promover que los ciudadanos
lo hagan también, si los evade iría contra la ley; pero en su razón pública
puede manifestar su inconformidad y desacuerdo por tales obligaciones, sin que
ello implique actuar contra su deber.
A
pesar de estar en una época de ilustración, se necesita mucho aun, para que
todos los hombres sean capaces de servirse a sí mismos y con plena seguridad de
su entendimiento, sin tutor o guía que lo condicione.
Desde
el Gobierno, los padres, las religiones, los maestros y hasta los doctores y
amigos, se convierten en los conductores de la minoría de edad en la que no
vivimos, sino que sobrevivimos como parásitos.
Para
salir de esta cobarde minoría de edad se necesitan hombres y sobre todo mujeres
(el que se ha considerado el sexo débil), que no teman para ir en búsqueda de
la verdad, que su espíritu se revolotee interna y externamente, que anhelen
desarraigarse de la dependencia, para poder razonar sobre lo que sea y como
sea, hasta llegar a la ilustración, finalizar con la oscuridad y entrar a la
época de las luces.
Lo
que se afecta en el proceso de impartir o imponer conocimiento es la educación
brindada, el cultivo y cuidado de la mente. Entonces, no se trata solo de
transmitir información, sino de cómo se hace y quién lo hace. Así como la
tierra necesita que se le haga un buen trabajo, para obtener grandiosos
resultados, la mente necesita ser cultivada en cultura, es decir, que la
educación sea liberal, que la libertad aparezca como estado y resultado del
proceso educativo.
Al igual que se requiere
libertad para razonar y exponer nuestro propio entendimiento, se necesita educación
para expandir y entender la cultura.
Leo
Strauss para dar respuesta al interrogante de la educación liberal, expone: “es educación en
la cultura o hacia la cultura. El producto terminado de una educación liberal
es un ser humano cultivado”.
En cuanto a la magnitud del significado
expresa: “Hoy día la cultura no es ya,
como dice la gente, un absoluto, sino que se ha vuelto relativa. No es fácil
decir qué significa la «cultura» en cuanto susceptible de ser usada en plural.
Como consecuencia de esta oscuridad, algunos han sugerido, explícita o
implícitamente, que cultura es cualquier patrón de comportamiento común a
cualquier grupo humano. De ahí que no vacilemos en hablar de cultura de las
urbanizaciones o de las culturas de los grupos juveniles, tanto delincuentes
como no delincuentes. En otras palabras, cada ser humano que no esté en un
manicomio es un ser humano cultivado, porque participa de una cultura”.
Si la intención es convertirse (porque
no lo somos), en ilustrados, debemos liberar el pensamiento, investigar, esforzar
la mente y el espíritu, y tener una dura preparación que exija acabar con el
miedo, la prisa, la superficialidad y la ignorancia.
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