lunes, 19 de diciembre de 2011

El conocimiento condicionado

Los padres aparte de progenitores son quienes se muestran como patrones para el aprendizaje. Son ellos los que en los primeros años de vida, sin consultar, toman decisiones por sus hijos, sin preguntarse si al crecer estarán de acuerdo. ¿Un niño de algunos meses de nacido puede ser consciente de un bautizo para perdón de pecados?

De aquí parto a exponer la realidad de cómo el sueño espiritual y mental en el que muchos hemos quedado inmersos, nos lleva a ser máquinas que solo reciben órdenes, repiten discursos y emiten ideales por la cobarde dependencia de algo o alguien.


Desde niños, sin uso de razón en muchos casos, se nos enseñan religiones sin argumentos, en las cuales la supuesta libertad de la que gozamos se ve trocada por los conceptos de un grupo o de toda una masa, conceptos que nos quitan el trabajo de utilizar el entendimiento propio para cuestionar, para razonar y después de ello decidir, decidir lo bueno y lo malo, lo alegre y lo triste, lo claro y lo oscuro.

El miedo al cambio, a lo novedoso, a lo racional, a las nuevas experiencias nos colocan la barrera de no poder desprendernos de la sumisión, del anhelo y casi que la dicha de ser menores de edad. Como expone Kant en su obra ¿Qué es Ilustración? en Filosofía de la Historia, “de modo que estas pacíficas criaturas no osan dar un solo paso fuera de las andaderas en que están metidas, les mostraron el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Lo cierto es que ese riesgo no es tan grande, pues después de algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero los ejemplos de esos accidentes por lo común producen timidez y espanto, y alejan todo ulterior intento de rehacer semejante experiencia.”

Precisamente salir de la minoría de edad implicaría quedar en libertad, es decir, convertirse en personas ilustradas. Se trata de aprender a desarrollar y colocar a funcionar, verdaderamente, nuestro propio entendimiento. Pensar por sí mismos. Esforzar el espíritu.
Sin embargo, el uso de la razón, de la especulación, debe ser utilizado con responsabilidad. Como expone Kant en su obra antes mencionada, el uso de la razón se ejerce de forma pública (ilustración del hombre) y privada.

Un encargado de la oficina de impuestos, debe pagar, y promover que los ciudadanos lo hagan también, si los evade iría contra la ley; pero en su razón pública puede manifestar su inconformidad y desacuerdo por tales obligaciones, sin que ello implique actuar contra su deber.

A pesar de estar en una época de ilustración, se necesita mucho aun, para que todos los hombres sean capaces de servirse a sí mismos y con plena seguridad de su entendimiento, sin tutor o guía que lo condicione.

Desde el Gobierno, los padres, las religiones, los maestros y hasta los doctores y amigos, se convierten en los conductores de la minoría de edad en la que no vivimos, sino que sobrevivimos como parásitos.


Para salir de esta cobarde minoría de edad se necesitan hombres y sobre todo mujeres (el que se ha considerado el sexo débil), que no teman para ir en búsqueda de la verdad, que su espíritu se revolotee interna y externamente, que anhelen desarraigarse de la dependencia, para poder razonar sobre lo que sea y como sea, hasta llegar a la ilustración, finalizar con la oscuridad y entrar a la época de las luces.

Lo que se afecta en el proceso de impartir o imponer conocimiento es la educación brindada, el cultivo y cuidado de la mente. Entonces, no se trata solo de transmitir información, sino de cómo se hace y quién lo hace. Así como la tierra necesita que se le haga un buen trabajo, para obtener grandiosos resultados, la mente necesita ser cultivada en cultura, es decir, que la educación sea liberal, que la libertad aparezca como estado y resultado del proceso educativo.
Al igual que se requiere libertad para razonar y exponer nuestro propio entendimiento, se necesita educación para expandir y entender la cultura.

Leo Strauss para dar respuesta al interrogante de la educación liberal, expone: “es educación en la cultura o hacia la cultura. El producto terminado de una educación liberal es un ser humano cultivado”.

En cuanto a la magnitud del significado expresa: “Hoy día la cultura no es ya, como dice la gente, un absoluto, sino que se ha vuelto relativa. No es fácil decir qué significa la «cultura» en cuanto susceptible de ser usada en plural. Como consecuencia de esta oscuridad, algunos han sugerido, explícita o implícitamente, que cultura es cualquier patrón de comportamiento común a cualquier grupo humano. De ahí que no vacilemos en hablar de cultura de las urbanizaciones o de las culturas de los grupos juveniles, tanto delincuentes como no delincuentes. En otras palabras, cada ser humano que no esté en un manicomio es un ser humano cultivado, porque participa de una cultura”.


Si la intención es convertirse (porque no lo somos), en ilustrados, debemos liberar el pensamiento, investigar, esforzar la mente y el espíritu, y tener una dura preparación que exija acabar con el miedo, la prisa, la superficialidad y la ignorancia.

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